martes, 24 de febrero de 2015

Cuestiones a tener en cuenta durante la escritura de un libro

Muchas veces nos ha pasado. Algo que era evidente que debíamos hacer, que todo el mundo daba por supuesto pero que, por no acordarnos o por no saberlo, no hicimos y resultó en catástrofe. Entonces maldices, porque has perdido todo o parte de tu trabajo o porque se retrasará más de lo previsto, y desearías que alguien te hubiera avisado a tiempo, y no demasiado tarde, como seguramente ha pasado.

En este artículo encontrarás consejos básicos a la hora de escribir una novela (aplicables a cualquier otro trabajo escrito). No son todos, y algunos son evidentes, pero a más de uno le servirán para evitar el desastre. Sin embargo, que estos consejos lleguen a tiempo ya no depende de mi. Mucha suerte.

Copia de seguridad. Parece una obviedad, pero no serías el primer escritor en perder un manuscrito o sufrir el robo de su ordenador y, con él, una novela prácticamente terminada. Aunque se sea muy cuidadoso los desastres suceden, y un ordenador de sobremesa puede fallar, un disco duro portátil perderse, y un montón de papeles ser tirados a la basura por error.

Por eso es tan importante ser prudente y aplicar aquel refrán castellano a rajatabla: pon tus huevos en varias cestas y ten las copias de seguridad actualizadas. Si pierdes tu manuscrito principal, que ya estabas terminando, y la copia que tenías apenas cuenta con los primeros capítulos, de poco te servirá. Perder algunos capítulos es asumible, aunque sea un fastidio, pero perder la mayoría o incluso toda la obra puede significar que ese libro jamás vea la luz del sol, a menos que tengamos fuerzas y ánimo para recomenzar de nuevo casi desde cero.

Guarda tu hacienda. Lo tuyo es tuyo, y eso nadie lo duda, pero algunos suelen considerar que lo de los demás va a medias. No tiene por qué pasarte, pero no serías el primero que envía su manuscrito a una editorial y descubre, al cabo de unos años, que está publicado por otra persona, o al que el amigo al que le dejaste leer en primicia tu novela se te adelantó y la presentó como suya. En España la ley está de parte del autor, pero siempre conviene poder demostrar que lo eres llegado el caso. Por eso es importante utilizar servicios como SafeCreative (gratuito en su versión básica) y, cuando el libro esté terminado, acudir al registro de la propiedad intelectual y depositar una copia.

No es obligatorio hacerlo, por supuesto, pero sí muy recomendable.

Cumple con la legalidad. Si has decidido autopublicar tu libro es algo obligado. Si, por el contrario, has decidido entregarlo a una editorial, ellos se encargarán del asunto. Para aquellos que vayan por su cuenta, en España (y muchos otros países) todo libro publicado tiene que cumplir una serie de requisitos legales, como el Depósito Legal. El Depósito Legal es la forma que tiene el estado y las comunidades autónomas que conservar una serie de copias de cada libro impreso y evitar su pérdida. Estos ejemplares se destinan a la Biblioteca Nacional y a otras bibliotecas provinciales que cumplen la misma función. Además de ser obligatorio, es algo que le interesa a todo escritor preocupado por su obra. Sin embargo, si tu libro se imprime bajo demanda, está exento.

Además, otros trámites que no son obligatorios sí que facilitan enormemente la distribución y comercialización del libro, como los números ISBN o ISSN.

Rodéate de profesionales. Incluso en el caso de que decidas confiar en una editorial, es recomendable consultar el contrato que te ofrezcan con un abogado especializado en estos temas. Si, por el contrario, has decidido ir por tu cuenta, la diferencia entre que valoren tu libro radica en el trabajo de ilustración, corrección y maquetación que haya detrás. Si tienes la suerte de ser un gran ilustrador o conocer a uno, adelante; pero si no, invierte en profesionales que garanticen que tu trabajo no se verá lastrado por una portada inadecuada, o por una mala maquetación o por los inevitables errores ortotipográficos. En este sentido es mejor invertir al principio y recuperar las "pérdidas" lentamente, que no gastarse y lastrar así un buen libro con, por ejemplo, una mala portada.

Pide opiniones y escúchalas. En la antigua Roma era común que un escritor repartiese algunas copias entre sus familiares y amigos y recabara opiniones antes de buscar un "editor". Las opiniones de tus allegados pueden ser útiles o no, pero nunca está de más contar con ese otro punto de vista antes de lanzarse a la piscina, y ellos suelen ser capaces de ver cosas que a ti, precisamente por ser el autor, se te escapaban.

Pero, eso sí, evita darle a la abuela tu nuevo ensayo sobre la colimación interespacial de los muones transplanetarios, que la pobre mujer no será capaz de ir más allá de un "está muy limpio y muy ordenado".

Acepta tu lugar. Esto es lo más difícil de todo y a la vez fuente de los mayores desconsuelos y fracasos. No todos los que quieren ser escritores tienen la capacidad para serlo, y no todos los que lo tienen lo poseen en la misma medida. Es vital conocer tus limitaciones y aceptarlas para poder trabajar con ellas. Escribe, practica, mejora, supérate, pero sé consciente de que muy pocos son los llamados a ocupar el trono de los elegidos, y ni es bueno que así sea. Para ser un escritor brillante y excelente no es necesario tener un éxito arrollador e inmediato, pues nuestro valor se medirá en función de nuestros esfuerzos y sufrimiento, y no de nuestra fama, que muchas veces suele ser desproporcionada.

Sacar adelante a su familia con dignidad y dejar su huella en el mundo, grande o pequeña, pero propia, debería ser la única preocupación que alentase nuestro obrar y capturase nuestro sueño. Al fin y al cabo, las huellas que más han cambiado a la humanidad no suelen ser las más visibles, sino las más profundas.

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