¿Qué tienen en común un contable, un cargo intermedio del gobierno y un 
oscuro personaje que encarna el poder en la sombra? Que todos ellos 
viven y conforman la Unión, un estado totalitario que ha secuestrado la 
sociedad hasta extremos insospechados, pero que muestra signos de su 
inevitable resquebrajamiento. La Unión ha dominado de forma 
incontestable durante décadas el espíritu de sus ciudadanos, haciéndoles
 creer que su adhesión a la Unidad no es solo lo más importante de su 
existencia, sino lo único que merece la pena de ella. Sin embargo, hasta
 los muros más sólidos terminan, tarde o temprano, desmoronándose por su
 propio peso.






