Como ya os comenté hace unos meses,
La Ruina del Norte se retrasó porque tuve que ayudar en el cierre de un negocio familiar. En ese momento quería terminar cuanto antes y decidí no dar más explicaciones y centrarme en lo que tenía que hacer, que era terminar el libro. Pero ahora que ha pasado el tiempo, os puedo contar un poco más lo que pasó.
Pero antes de nada me gustaría que leyerais el siguiente artículo:
Como ya habréis adivinado, este es el negocio familiar que tuve que ayudar a cerrar. Ni que decir tiene que resultó una experiencia muy dura e intensa; había crecido en esa ferretería y me conocía cada rincón. Trabajé en ella ayudando a mi padre cuando mis tíos no podían estar, estudié horas y horas y hasta terminé allí
La Ruina del Norte.
Ahora, el aspecto del local es este:
Están terminando las obras para poner un nuevo comercio, una sucursal de una clínica dental. Todo pasa, evidentemente, y mi padre y mis tíos ya no podían cargar más con ella. Al final decidieron cerrar la tienda que había abierto mi tatarabuela un siglo atrás, y yo me llevé una gran experiencia, varios documentos muy antiguos de mi familia y una valiosa lección para el futuro.
Próximamente os hablaré de mi próximo proyecto, una breve novela de relatos de ciencia ficción.