lunes, 16 de junio de 2014

Dar lo que no tienes

—"¿Quieres ser un buen escritor? Escribe. Y cuando no estés escribiendo, lee. Lee de escritores más grandes que tú"—
Esta cita siempre me ha cautivado, pues es una de las síntesis más acertadas del oficio de escritor, a mi entender. El escritor se hace; puede que se nazca con un don o con ciertas habilidades, pero éstas tienen que ser pulidas, trabajadas lentamente para alcanzar un estadío superior, y la mejor forma de hacerlo es poniéndolas en práctica. Si no escribes porque eres malo, jamás llegarás a ser bueno, y si eres bueno pero no utilizas para bien tu habilidad (la cual no es mérito tuyo), podrás ser buen escritor, pero no buena persona. 

Y no descanses. Cuando no estés escribiendo, lee. Pero lee de gente mejor que tú, pues te empaparás de tu lectura de forma inevitable, y de la tinta que haya entrado por tus ojos quedarán huellas en tu pluma. Por eso es más pernicioso leer un mal libro (por la forma o el fondo) que no leer nada. Un tintero envenenado enfermará a todo aquel que lea lo que haya escrito, mientras que uno vacío ni siquiera podrá escribir. 

 El problema está en escoger que libros son grandes y cuales no merecen la pena. Es arriesgado, y seguramente te equivoques, pero ¡eh! Caerse forma parte de la aventura y al levantarte descubrirás que tú mismo eres un poquito más grande que antes.

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